Han pasado muchos años desde que un tÃmido guitarrista madrileño se atreviera a mostrar al mundo toda la música y la clase que llevaba dentro con aquel ya lejano ‘The Utopian Sea of Clouds’ de… (alucina) 2002. Jorge Salán despertaba el interés de crÃtica y público apuntando con desbordante ambición a la estela de guitar hero que dibujaron en los 80 Steve Vai, Satriani o Malmsteen.
No tardaron en llegar mejores canciones, mejores discos y una evolución que fue mostrándonos un guitarrista más centrado en el fondo de la música que en la forma. Por el camino el artista se fue forjando mientras luchaba contra todas las adversidades. ¿No hay hueco para un artista solista? Ahà lo tuvimos formando parte de una de las mejores etapas de una banda como Mägo de Oz. ¿Necesitas un cantante? Pues esos mismos años empezó a trabajar los coros para hacerse al complicado arte de tocar (sin perder destreza) y cantar al mismo tiempo. ¿Nadie es profeta en su tierra? Pues ahà estuvieron bandas como la de Jeff Scott Soto o la de Dee Snider, más que contrastadas estrellas del rock, para poner el foco sobre ese guitarrista español que ha conquistado ya medio mundo con su propia bandera colgada del mástil de su guitarra (es una forma de hablar).
Tuvimos discos más clásicos, más blueseros, y ahora tenemos un discazo que solo podrÃa llegar bajo su sello. No hay más que escuchar un segundo de cualquiera de sus canciones para saber que detrás de ese sonido está Jorge Salán. No esperemos, como él mismo bromeó en el teaser del nuevo lanzamiento, a que se nos vaya al otro barrio para reconocer el pedazo de artista que tenemos en este siempre envidioso paÃs… ni a que tenga que estallar pidiendo respeto como hemos visto hacer al amigo Ronnie Romero, harto de “haters” (siempre anónimos).
Suelen estandarizarse las votaciones que cada fin de año se realizan en algunos medios de comunicación para elegir a las mejores piezas en cada posición del gran tablero de ajedrez que puede ser una banda de rock… A nadie extraña que el nombre de Jorge Salán sea un fijo desde hace años en esas listas, y un disco como ‘Tempus’ no hace más que cargar toneladas de razones a todos los que sigan apostando por su estilosa guitarra.
No le busques una etiqueta, puede ser tan heavy como el que más, sentir una larga nota de blues como si hubiera nacido a orillas del Mississippi o arrastrarte por un rockero barrido de su afilado mástil… pocos secretos quedan en la guitarra para este madrileño que ya, perdida la timidez en sus vueltas al mundo, espera para volver a sorprendernos desde los escenarios. Cuanto antes, esperamos.